Hoy me levanté como siempre aquí, inusualmente temprano (tipo 6), tomé mate con una tostada con mermelada de naranja, chateé con C., leí los diarios de allá y de acá, y me dispuse a responder afirmativamente a la invitación del director de cárcel local, para asistir a un "evento".
Un taxi me saldría 15 dólares, los tenemos, pero preferí hacer etnografía y me fui, 1, 50 mediante, a la terminal de Albrook a tomar un bus. Llegué sobre la hora. En realidad, el horario era las 10, pero el busero salió con puntualidad pre suiza, a las 9.55. Pregunté si me dejaba en El Renacer, se rió y dijo "Sí, en el hotel la dejo... ese es un hotel de 3, no, de 5 estrellas!" Yo iba un poco colgada y más que apretada. Por suerte, a mitad de camino bajó bastante gente y me pude sentar. Los asientos son diminutos, porque esos buses se usaban para niños en la época de los yanquis (o los trajeron de los EEUU, no lo sé). Entonces, en el lugar en que antes entraban dos niñitos, ahora pretenden sentarse dos culonas o culones, con lo que la mitad del cuerpo del o de la que está hacia el pasillo, siempre pero siempre queda colgando. Lo mismo, en los asientos de 3. Pero como se vació, pude disfrutar de un asiento de 3, solo compartido con 1. En realidad, una y un poquito, porque era una chica embarazada que apenas me subí me preguntó si me gustaba el paisaje, de dónde era, hace cuánto que estaba; y me contó que este era su segundo(a) hijo(a); que el anterior cumple años el 1 de marzo, igual que ella, que el marido cumple el 30 de marzo, y que donde trabaja tardaron tres años en pagarle sus vacaciones... Cuando se bajó en el barrio Paraíso, enigmática, me dijo: "No se olvide de mí..."
Llegué a la cárcel y me bajé junto con todas las mujeres que quedaban en el bus. Resumiendo, no entré al evento porque el Sargento Rodríguez empezó a revisarme la billetera, y me dijo que no podría entrar con celular. Mientras, una de las chicas que iba de visita le dejó sus dos celulares a un policía, negociando la entrega al salir, e intercambiando direcciones por si el pol salía antes que ella. Otra quería dejar su celu en medio de la selva subtropical que rodea la cárcel, que está en la zona de Gamboa, en los alrededores del Canal. Yo, ni en pedo, así que después que el Sargento le preguntó al Subteniente Aguilar, que estaba adentro, qué hacía conmigo, y yo escuché: "digale que está en la ley 55, que es el reglamento", me di media vuelta y me fui. Adentro, algo parecido a un pastor o a un cura gritaba que iba a hablar de ganadores y de perdedores...
En la parada, conversé con esta señora, que tiene un marido al que le faltan 15 años para salir. Muy simpática, pero se mancó un poco cuando me dijo que a ella le gustaba Albrook cuando ahí vivían los yanquis, porque allí reinaba el orden, la rectitud y la ley...
Me bajé del bus en la Ciudad del Saber, donde algunos edificios tienen nombres muy raros.
Estaba muerta de hambre y recalé en Pan y Canela. El baño, muy monono.
Pero esto no vale 5 dólares 30!
Un juguito de fresa
Un triste sanguche de pollo, lechuga y tomate.
Soy tigre, eso me trae algunos problemas.
Mentira.
Tino: te extraño con toda mi alma.
Después me fui al Albrook Mall, me compré zapatillas y dos shorcitos (me los olvidé allá). Hoy chateé con R., y con C. y M., mis dos seguidores, a quienes saludo muy especialmente en este acto. Atendí (faaa) a varias radios, y grabé para una de ellas, para el programa de VHM. Contesté otro correo ridículo, escribí, preparé trabajo, y cobré mis honorarios.
Y lloré, porque no pude comunicarme con E. en todo el día.