sábado, 27 de octubre de 2012

DOS AÑOS ATRÁS


El 27 de octubre de 2010 estaba en España, camino a Suiza. Había organizado una semana de vacaciones en Barcelona, antes de internarme durante veinte días en larguísimas sesiones de trabajo en la Asociación para la Prevención de la Tortura (APT), que tiene su sede en Ginebra. Desde abril de ese año trabajaba entonces como Directora Adjunta de la Oficina de APT para América Latina,y había propuesto redefinir mi lugar físico de trabajo. Quería dejar Panamá, y volver a Buenos Aires, o al menos, estar mucho más tiempo aquí.

El fin de semana nos iríamos a pasear por los Pirineos con Graciela y Roque. Un viajecito soñado: nunca, en los 22 años que llevábamos de amor, amistad, peleas, distanciamientos y reencuentros, habíamos hecho un viaje juntos. 

El miércoles se hacía el censo en Argentina. Lamentaba no estar, parahacer pasar al censista, que era la consigna que había crecido en facebook, para enfrentar la imbecilidad de quienes intentaban hacer fracasar el censo construyendo la visión de que los censistas eran petisos orejudos con una faca entre los dientes. 

Como no podía estar acá, disfrutaba del allá. Barcelona es una ciudad preciosa para vagar por ahí, caminar por arriba y por abajo, disfrutarla y descubrirla sin apuro y sin plan fijo. En eso andaba, esa mañana deliciosa de otoño catalán, hasta que me llegó un mensajito. "Murió Kircdhner", decía la ortografía apurada de Claudio.  Pagué rápido algo que estaba comprando, en estado de aturdimiento. Llamé, confirmé, y una vez confirmada la noticia, caminé llorando por esas calles que comenzaron a tornarse ajenas. 

Volví a casa de Graciela, y comencé a actuar para volver. Hablé con mi madre, desolada. Hablé con mi hijo, ahoraquévaapasar.  Me imaginaba 20 días en Suiza, mientras en mi país pasaría no sabía qué, y sentía que no lo iba a soportar. Hablé con la gente de APT, pedí permiso para volverme a la Argentina. Todavía, imagino, deben estar lamentando haber contratado a una argentina que dice ridiculeces tales como "quiero estar en la Plaza, con mi gente"... Me autorizaron. Pero en Aerolíneas me dijeron que no había posibilidad de cambiar mi pasaje, con fecha 18 de noviembre, por otro urgente. Yo quería volver ya, para estar efectivamente en la Plaza antes de que se llevaran a NK.No había posibilidad hasta que le pedí ayuda a mi amiga Vero, que es de esas personas que disfruta resolviéndole asuntos raros y difíciles a la gente que quiere. Y en decenas de mensajitos frenéticos, mientras almorzaba con Graciela en Casteldefells, me enteraba cómo Vero iba resolviendo. Así que, finalmente,  llegó el mensaje definitivo: encontramos un lugar, en el vuelo que salía el jueves 28 a la tarde. Entonces, armé todo corriendo, cancelé todo lo que quedaba pendiente, y me volví. Llegué el viernes 29 a la madrugada, con tiempo para estar en la Plaza, como quería, a las 7 de la mañana. Y ese día, mientras lloraba y cantaba y compartía una forma de dolor colectivo que me envolvía, decidí que me volvía para acá, que este era mi lugar.  De Pty (Panamá), a Buenos Aires, porque es donde me puedo reunir con miles a llorar a un tipo que ni siquiera había votado.


viernes, 25 de mayo de 2012

Festejando a la Patria

Este 25 de mayo, lo primero que quería, era comerme un buen locro. Hice una búsqueda feisbukera, y encontré dos locros nac y pop: uno en un Club de la Paternal, sobre Fragata Presidente Sarmiento, y otro en Boedo. Decidí probar cómo me iba en Paternal, y allí me quedé.




Me gustó el club, bien de barrio, con la canchita de fútbol a la entrada, un cartel que habla de lo importante que es que los pibes hagan deporte, y un locro delicioso, a 5 pé (vaso de vino decente incluído) Así que me lo comí, canté el himno con los dedos en V (al final, cuando juramos con gloria morir), y me fui. En el camino hacia el auto, compré 1 kilo de yerba Romance, un vino Trapiche y un chocolate Aguila en un chino (54) ; y: 1 pizarrón, 1 block de hojas de dibujo y tres portaretratos, en otro chino/ex todo por dos pesos (52).

Y me gustó pasar por el Cine Taricco, uno de los cines perdidos de la Ciudad, y que los vecinos de la Paternal están intentando recuperar. 

Después me fui para el centro. Dejé el auto en Corrientes y Achacuyo, y me fui caminando, recorriendo librerías. Compré libritos para Mauricio (26), uno de Federico Jeanmarie (20) para mí y/o para mi hijo, el de Beldi sobre el llamado motín de Sierra Chica (54), y otro que se llama Educación siberiana (50), también sobre criminales, cárceles, etc. Después fui al cine a ver "Una separación", una bella y triste película iraní (30), y a la salida me tomé un cortado con una medialuna y un juguito de naranja por 11 pé, para ver el segundo tiempo del Bilbao contra el Barsa, y lamentarme por el 3 a 0 a favor de los poderosos. Ya camino al auto de nuevo, ví unas remeritas que vendía una chica en la calle, ideales para Mauricio, pero no tenía más plata. La chica tendió sus remeras justo en la vereda del Banco Credicoop, así que entré, saqué 200 pé, y le di a ella 50, por dos remeras, una celeste y la otra verde, con motivos indígenas, y que dicen Argentina.

Yo creo que me conviene quedarme encerrada en casa, porque, lleve la guita que lleve, me la gasto. Pero en causas nobles, como libros, regalitos y bebidas espirituosas (mate y vino), así que está todo bien.




viernes, 4 de mayo de 2012

Sobre las emociones

Yo tenía un long play de todos colores. Creo que era de Alta Tensión, mi programa musical preferido. Mi hermano veía Música en Libertad, y como en casi todas la cosas, nuestras diferencias eran irreconciliables. Así que, sí, debía de ser el disco de Alta Tensión el de todos los colores, y cuya última canción decía "Y, peguele fuerte, dele con todo, que así se alcanza, la felicidaaaaaaaaaaaaad!!! Esa y otras canciones, las cantaba a los gritos, en el living de mi casa, frente a una ventana que hacía de espejo.

Muchos años después, en los 90, sufría como tantos el arrasamiento de las empresas públicas. Puteaba frente a la tele mirando a Neustadt; veía impotente como desmantelaban vías férreas; me preguntaba dónde estaba escrito que nosotros no podíamos hacer las cosas bien; iba a las marchas de Foetra sin ser telefónica...

Tuve auto por primera vez hace poco tiempo, en 2007. Aprendí (bueno, es un decir, dirán algunos malvados...) a manejar en 2008, y por consiguiente, a cargar nafta. Y siempre, o siempre que pude, elegí cargar en determinadas estaciones de servicio y no en otras. Más por nostalgia que por otra cosa.

El año pasado viajé varias veces a Neuquén. Camino a Chos Malal, donde nunca había estado, me emocionó pasar por algunas poblaciones que solo conocía por haber visto noticias, leído nombres, apoyado piquetes.

Ayer escuché y hoy leí a alguien citar a un tipo enorme, Raúl Scalabrini Ortiz: “Desalojemos de nuestra inteligencia la idea de la facilidad. No es tarea fácil la que hemos acometido. Pero es tarea ingrata. Luchar por un alto fin es el goce mayor que se ofrece a la perspectiva del hombre. Luchar es, en cierta manera, sinónimo de vivir. Se lucha con la gleba para extraer un puñado de trigo. Se lucha con el mar para transportar de un extremo a otro del planeta mercaderías y ansiedades. Se lucha con la pluma. Se lucha con la espada. El que no lucha, se estanca, como el agua. El que se estanca se pudre.”

También escuché y leí a algunas infradotadas integrantes de ese partido de empresarios imbéciles que es el PRO, que no está bien decidir algo por imperio de la emoción.

Yo creo, una vez más, que sin lucha y sin emoción, la vida no vale la pena. Nada, ni un poquito.





lunes, 2 de abril de 2012

AQUEL 2 DE ABRIL

El 2 de abril de 1982 no fui a la plaza. Me recuerdo en mi casa, vivía en HipólitoYrigoyen572piso11departamentoA, frente a la estación de Quilmes. Puse un cassette (perdón si leé esto algún sub20 y no entiende, pueden guglear el término "cassette" y alguna descripción e imagen encontrarán...) del Quinteto Tiempo, o de Quilapayún Cantaban "El pueblo unido jamás será vencido", un tema que hasta entonces había que escuchar muy bajito, pero que ya parecía permitido, porque esa misma consigna sonaba en Plaza de Mayo, frente a Galtieri. A esa misma plaza, tres días antes, no habíamos podido llegar, porque la cana nos lo impidió a palazo limpio. Subí el volumen del grabador, canté, y lloré.

Hoy, 30 años después, recorrí el Parque de la Memoria.

sábado, 31 de marzo de 2012

Un día perfecto

Asadito en La Florida con la familia, sol, risas, fotos compartidas, vinito del bueno, abrazos, pechito de cerdo y otras delicias. Después, vuelta en el auto escuchando el partido que viene complicado, y de pronto, en diez minutos, 1, 2, 3, gooooles de Ríver, subimos corriendo y los vemos por la tele,el tercero del Trezeguet, preciosura de gol, y listo por hoy.




http://www.clarin.com/deportes/River-Ferro_3_673762636.html

viernes, 30 de marzo de 2012

30 de marzo, 30 años atrás

En enero de 1982 viajé al Sur con mi amiga G. Mi madre recuerda todavía nuestra imagen, en la estación de tren de Constitución (en esa época todavía se podía viajar al sur en tren, en el glorioso Roca) ridículamente dobladas por el peso de nuestras mochilas. Llevábamos latas, champúes, acondicionadores, cremas, calentadores, bolsas de dormir, libros, cuadernos para escribir... y sobre todo, una carpa de lona verde, pesadísima, que me había prestado mi amigo G. Tomamos el tren, felices, y nos fuimos al Sur. Fue, para las dos, un viaje maravilloso. Nos peleamos, como siempre, a los gritos, y nos juramos no volver a dirigirnos la palabra, como casi siempre (aún hoy). Nos trajimos dos novios (uno cada una). Conocimos sitios preciosos. Ese 1982, que parecía anunciar algunos tímidos cambios, había empezado bien, luminoso. En febrero comencé el curso de ingreso para la carrera de Abogacía, en la entonces "Facultad de Derecho y Ciencias Sociales" de la UBA. Cursaba todos los días, durante dos meses, tres materias: Historia de la Cultura, Historias de las Instituciones e Introducción a la Filosofía. El 30 de marzo tenía parcial de Introducción a la Filosofía, el último de los tres que tenía que dar. Después, había que esperar el resultado, y mirar en las largas listas publicadas en la Facultad, si el puntaje te había alcanzado para ingresar.
El horario del parcial era de 12.30 a 14.30. Me fui a darlo sin nada encima, solo el DNI en el bolsillo del jean, una birome, y algo de plata. Terminé de darlo (me saqué, después vería en la lista, un 70), me fui a encontrar con el N., y juntos, fuimos a la Marcha de la CGT. Nos corrió la cana y corrimos mucho, agarrados fuertes de la mano. Volvimos a intentar acercarnos a la Plaza, nos volvieron a correr. Vimos gente golpeada y lastimada. Corrimos un rato más, como miles de otros y otras ratones en la ratonera que había armado la cana, hasta que, creo recordar, nos tomamos un colectivo y nos fuimos para la zona norte de la ciudad, donde parecía no pasar nada. Es un hermoso recuerdo, de esos que me hacen sentir que estaba donde había que estar. Eso no pasa siempre, claro. Pero ese 30 de marzo de 1982, sí.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Sobre lo que le gusta a Mauricio


A Mauricio le gusta: pasear; mirarte y sonreír pícaro y cerrar los ojitos cuando va a hacer lo que no se debe (preferentemente, tirar algo al piso...), y vos le decís "Te estoy viendooooooo...!" con tono seudo enojado; chusmear; mirar fijamente a personas que no conoce, sobre todo si comen o hablan fuerte; tirarte la manito y decir "uhhh", para que lo ayudes a caminar; comer banana con dulce de leche, yogur, pollito, queso, puré de batata; tomar agua fría; bañarse con agua tibia y duchador; jugar con el baldecito de encastre, las torres y el banco también de encastre; dibujar con crayones y comérselos; abrazarte fuerte y tocarte el pelo hasta dormirse.

Y te mira así, y te sonríe de ese modo, y el mundo es simplemente mejor.