domingo, 23 de octubre de 2011

23 de octubre de 2010

Paseando por el Montjuic, otoño en BCN.
R. y G., en las escaleras del Montjuic
Modernisme catalá.
Quesitos ricos en el Mercat.

Un año atrás, estaba recién llegada a Barcelona. Iba a pasar una semana con G. y R. antes de viajar a Ginebra para "sumergirme" en la APT. Tenía el pasaje BCN-Ginebra para el 2 de noviembre. El fin de semana nos íbamos a ir a hacer un paseíto a Francia, a los Pirineos.
Paseaba por Barcelona con mis amigos, recorría los lugares de siempre, compraba quesitos ricos en un mercado, fotografiaba bancos cómodos y lindos como los que pretendía para Buenos Aires, visitaba exposiciones sobre la Guerra Civil Española.



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En la Argentina, mientras tanto, se discutía sobre el Censo, que se haría el miércoles 27, se hacían campañas para contrarrestar el miedo a los censistas, en facebook se abría una página "yo me saco una foto con mi censista".

El miércoles 27, día del Censo, yo lamentaba no estar aquí, para abrirle la puerta al censista. Mi hijo contestaría que vivía solo, y que él era el jefe de hogar!

En Barcelona, paseaba y compraba chucherías baratas. Eran las 3 de la tarde, más o menos, 10 de la mañana aquí, en el sur. Me llegó un mensajito de C. : "Murió Kircdhner!" El apuro, el anonadamiento, caminar sola por Barcelona llorando. Después hubo más mensajes, llamados, la angustia de mi madre, los interrogantes de mi hijo, mi deseo y mi voluntad de volver. Ya no Barcelona, ni Pirineos, ni mucho menos Ginebra. Buenos Aires, con la gente en la Plaza, con los míos, con los otros, los llorosos y conmovidos.



Pedí permiso para volver, gracias a V. conseguí pasaje en Aerolíneas, armé valijas urgentes, dejé notas, llamé por teléfono, me tomé un avión el jueves 28 y estuve en Ezeiza el viernes a las 5 de la mañana. A las 7.30, llegué a la Plaza de Mayo y supe, sin ninguna duda, que mi lugar estaba aquí, y que a partir de ese día tenía que empezar a construir mi vuelta definitiva, a mi plaza, a mi casa, a mi patio, a mis amores y mis cosas.









lunes, 17 de octubre de 2011

LA GENEROSIDAD DE ANA Y CARLITOS...




... se brinda de muchas, pero muchas maneras. Hay abrazos, hay llamados, hay frases cariñosas. Y hay obras, regalos de amor.

Aquí, solo dos ejemplos.

viernes, 14 de octubre de 2011

POLÍTICAS DE SEGURIDAD. UNA EXPERIENCIA PERSONAL II

Me gustaría sugerirle a los/as funcionarios/as del Ministerio de Seguridad de la Nación que se tomen un micro desde Neuquén hasta San Martín de los Andes, un día cualquiera, y de incógnito. Quizá puedan presenciar, como yo ayer (jueves 13 de octubre), dos procedimientos de dos fuerzas bajo sus órdenes. El primero, y más impresionante, de la Gendarmería. Ruta 22, un rato antes de llegar a Plaza Huincul, el micro para, suben unos uniformados sin identificación, y uno de ellos avisa: "Buenas tardes, señores, control de Gendarmería". Va hasta el fondo del micro, mira, y unos segundos después, sube otro uniformado, esta vez con un perro que huele buscando ya sabemos qué. Apenas empieza a andar por el pasillo se le abalanza a un muchacho de unos 20 años, con arito y una remera de Las Viejas Locas, sentado junto con su padre en el primer asiento después de la escalera. El perro era lombrosiano, o el pibe se había fumado un porro antes de subir al micro, o tenía olor a adolescente, no sé, pero el perro le saltó literalmente sobre el cuerpo, oliendo cara, cuerpo y bolas. Si yo hubiera tenido una brizna de porro o cualquier otra cosa apetecible para el mastín, y se me tiraba así, moría de un síncope del cagazo, o me pillaba encima. El perro olfateaba especialmente un porta-anteojos que tenía el pibe, que lo miraba sin decir ni mú. El padre agarró el porta-anteojos, le dijo algo al gendarme, y entonces los bajaron a los dos. Al ratito, subieron. El padre contó que le habían abierto el portaanteojos, donde tenía uno de esos recipientes donde se ponen los remedios, que tienen siete compartimientos con cada día de la semana, como los que usa mi vieja para no confundirse lo que tiene que tomar cada día. Le preguntaron si los remedios eran "legales". Lo requisaron atrás del micro, sin testigos. Le vaciaron la mochila. Le pidieron plata: "Te estoy haciendo un favor, no tenés algo para dejarme?". No les dio nada, y finalmente, lo (y nos) dejaron ir.

Al rato, cerca de Junín de los Andes, otro control, esta vez de la Policía Federal. Subió un uniformado, también sin identificación, con una especie de lista. No sé si era la que llevan los del micro con los nombres de los viajeros. El tipo se fue para el fondo y le pidió documentos a dos pasajeros. Se lo dieron, y se fue.

Sobre qué base, con qué derecho, a santo de qué mierda, un perro te salta sobre el cuerpo porque tenés olor a algo o porque llevás medicamentos?

Ídem me pregunto: por qué la policía pide documentos al voleo, por la cara, por el nombre, por la edad?

En serio, funcionarios/as: bajen de los autos oficiales, súbanse a los micros que toma la gente común y corriente, viajen en los trenes, anden por los barrios de todos los sures, y después, por favor, respondan sincera y seriamente a una sola pregunta: ¿ese control selectivo, ese hostigamiento, esa corruptela miserable es lo que llaman "seguridad ciudadana"?

San Martín de los Andes, 14 de octubre de 2011.

La foto es de Chos Malal, pero ya que hablamos de la Gendarmería, podrían terminar con esta bestialidad, no?

martes, 11 de octubre de 2011

CINTURÓN SUR


Ayer, lunes de feriado, salimos a pasear. Una señora (yo) al volante, con una amiga, su hija, y la amiga de su hija, ambas niñitas, onceañeras.
Primero fuímos a Barracas, a recorrer la calle Lanín, con sus casas pintadas de todos colores, con pintura y con venecitas y pedacitos de mosaicos.


No había nadie, solo algunos chicos jugando al fulbito, y nosotras.



Después intentamos llegar a Caminito. Fuímos por la Avenida Regimiento de Patricios, doblé por California, después tomé Irala, y me equivoqué: en lugar de doblar a la izquierda, doblé a la derecha, así que llegamos a un lugar donde nunca estuve: era por Barracas, había terminales de colectivos, una extraña escultura en un taller, poca gente. Fuimos de nuevo para Patricios, y al 1500 más o menos, encontramos dos prefectos. Paré, les pregunté cómo llegar a Caminito. Yo creo que a los prefectos no les gusta cumplir la tarea que les han asignado, de actuar como si fueran policías en barrios. No en Puerto Madero, que se nota que les encanta, sino en La Boca, Barracas, y otros barrios del Sur. Se les nota en la cara: no están a gusto. Me indicaron que retomara Patricios, dando una larga vuelta manzana, y que entrara por California. No tenía mucho sentido, podía ingresar directamente por la calle donde estaba parada. Entonces, uno de los dos, me dice: "También puede ir por aquí, pero va a tener que cruzar la villa" "¿Qué villa?", pregunté yo. "El Barrio Chino, y es peligroso.", me dice el otro. Entonces, me di cuenta que se referían al barrio que yo acababa de atravesar, cuando había ido por Irala: conventillos, casas humildes, chicos jugando en la calle.
Por supuesto, fui por ahí, llegamos a Caminito, no nos pasó nada.
Les aviso, a los responsables de los operativos de "seguridad ciudadana", que lo que hacen, con esa clase de personal y con esas fuerzas militarizadas e incómodas en un rol que no les gusta y para el que no los prepararon, solo sirve para estigmatizar a determinados barrios y a la gente que vive allí.

domingo, 9 de octubre de 2011

TAREAS DE ABUELA

En estos días, me ocupo del hijo enyesado, y de preparar algunas cositas para el nieto.
Volví a tejer, no sé si saldrá igual que el de la foto, pero le vamos a poner pilas.
Futura biblioteca de Mauricio. Salvo Anita, el resto son nuevos.
Le lavamos la ropa y vestimos a Matías, el primer hijo que tuvo Ernesto.
Juguetes lavaditos y preparados para su nuevo dueño: el sonajero que fascinaba a Ernesto bebé (tiene agua y burbujitas); el Mono hecho y regalado por la abuela Gladys; el perrito colgante; Simba y Nala a los besos; una pelotita de rugby (a tono con el fervor por Los Pumas)