jueves, 10 de noviembre de 2011

EL PC Y UN TERMOTANQUE

A veces, en tono de chiste cariñoso, o con sarcasmo, y hasta con desprecio, se cuestiona la militancia en el Partido Comunista o en la Fede, y en particular, a quienes pasamos años de nuestra vida allí. Yo repito que no me arrepiendo de esa militancia, todo lo contrario. Algunas de las cosas, las personas, los lugares, las lecturas, las decisiones más importantes de mi vida, se gestaron a partir de mi militancia en la Fede. Desde la Fede llegué a la Brigada del Café, a la Liga, al Qué Pasa. Participé en un movimiento solidario internacional, trabajé por la libertad de los presos políticos, aprendí a escribir una crónica. Recorrí villas, vendí revistas y periódicos, afilié amigos/as, junté plata para las Campañas Financieras. Discutí, no entendí, me indiscipliné. Hice "la escuelita de 4to", el más alto nivel al que llegué, porque rechacé un viaje de seis meses a la URSS. Escribí documentos, hice volantes, organicé Marchas de Antorchas. Me enamoré de camaradas, y de compañeros. Tuve un hijo y tengo un nieto. Hice pintadas con aerosol y con brocha gorda. Tuve miedo, mientras repartía periódicos en la Dictadura, y mientras volaban balas cercanas y contras en Nicaragua. Leí textos dogmáticos, aprendí a amar a autores casi siempre rebeldes y "ex". Canté "Evita Guevara la patria liberada". Me fui de la Plaza de las Felices Pascuas. Busqué desaparecidos con los Familiares. Canté y me cantaron Silvio. Amé a Cuba y a Nicaragua, y a cada lugar del mundo donde avanzaban mareas rojas. Forjé mis amistades más entrañables y profundas. Y además de todo eso, siempre sentí que lo mejor que me había dado el PC fue un modo de conocimiento que no surge de ninguna academia, sino que solo lo da la militancia. Militando entendés que Peugeot no es, o no es solamente, una marca de autos, sino una "Gran Empresa de Concentración", donde trabajan miles de obreros, donde tenés que ir una noche a dejar volantes, pese al pánico, para que los vean cuando vayan a tomar el colectivo. Rigolleau no es la marca de platos y vasos de nuestra infancia, sino otra GEC, donde "vale doble" repartir un periódico, o afiliar a un obrero. Y Saiar no es solamente la marca del termotanque eléctrico que me instalaron hoy, consecuencia de la falta de gas, sino la empresa que nombrábamos una y otra vez durante la dictadura, y donde íbamos a volantear, porque allí laburaba Héctor Pérez, uno de los compañeros desaparecidos de Quilmes:

http://cambio21.com.ar/quilmes/506-quilmes-homenaje-a-hector-alberto-perez-militante-desaparecido-y-asesinado-por-la-dictadura.html

Aprender eso, ver esa relación, se lo debo a la Fede y al Partido, pese a todos sus errores, equivocaciones y cegueras. Y por eso, aunque alguna vez me haya ido, son parte de mi mejor historia.


No hay comentarios:

Publicar un comentario